Page 27 - Demo
P. 27


                                    AD- (Seisdedos,1998) que permite evaluar la conducta antisocial y la conducta delictiva. Incluso puede ser pertinente el uso de la %u201cEscala de dificultades de socializaci%u00f3n de Cantoblanco%u201d -SOC- (Herrero et al., 2008) que permite evaluar la vulnerabilidad hacia determinados comportamientos de tipo antisociales y disruptivas. En tercer lugar, es necesario poner en marcha programas de prevenci%u00f3n o de intervenci%u00f3n, seg%u00fan el caso. Por lo tanto, es preciso tener en cuenta que, dependiendo de las conductas de riesgo social y para la salud, ser%u00e1 preciso abordar aspectos tales como: habilidades sociales, la prosocialidad, la resoluci%u00f3n de conflictos, etc. Se ha de manejar desde una perspectiva multisist%u00e9mica que permitan englobar los diversos sistemas que pueden darse lo que permitir%u00e1 abarcar con una perspectiva m%u00e1s amplia la problem%u00e1tica (Redondo, 2012). Por lo que, tras una demanda por una determinada conducta de riesgo es necesario que el profesional elabore la evaluaci%u00f3n que le permita realizar un an%u00e1lisis funcional de las conductas problem%u00e1ticas estableciendo de ese modo los antecedentes y consecuentes para establecer las hip%u00f3tesis y los objetivos de la intervenci%u00f3n. Sin lugar a dudas no se debe olvidar que es necesario realizar una devoluci%u00f3n de la informaci%u00f3n a los agentes implicados en el proceso. Si bien, a la hora de seleccionar una determinada intervenci%u00f3n se ha de atender no solamente a la problem%u00e1tica sino tambi%u00e9n las caracter%u00edsticas de la persona destinataria en lo relativo a edad, capacidades, limitaciones, etc. as%u00ed como al contexto. Incluso ser%u00e1 necesario coordinar la intervenci%u00f3n con diversos profesionales sociales o sanitarios pudiendo ser necesaria la derivaci%u00f3n seg%u00fan el caso. La evidencia ha puesto de manifiesto que entre los programas m%u00e1s eficaces destacan aquellos que se centran en la modificaci%u00f3n de las actitudes hacia el consumo junto a los centrados en promover modelos de educaci%u00f3n para la salud mediante la combinaci%u00f3n de diversos soportes (oral, audiovisual, escrito, etc.) siendo sobre todo implementados por profesionales especializados (Espada et al., 2015).Entre los diversos programas existentes para la prevenci%u00f3n en el contexto escolar y en el contexto familiar, seg%u00fan la prevenci%u00f3n basada en la evidencia (IREFEA) han mostrado ser realmente eficaces algunos tales como: el programa elaborado por Calafat et al. (1995/2023), el elaborado por Luengo et al. (1997/2002) o el de S%u00e1nchez Pardo (2014). Por lo que, seg%u00fan este %u00faltimo se hace necesario atender al papel que puede jugar el g%u00e9nero en materia de prevenci%u00f3n por lo que se deben plantear los programas de prevenci%u00f3n del consumo de drogas con una perspectiva de g%u00e9nero lo que permitir%u00e1 no solo atender al proceso que subyace en las diferencias del consumo en funci%u00f3n del g%u00e9nero sino tambi%u00e9n a determinador factores de riesgo o vulnerabilidad, patrones de consumo, etc. Finalmente, las recomendaciones de la Sociedad Europea para la Investigaci%u00f3n en Prevenci%u00f3n (EUSPR,2023) permite atender a los aspectos m%u00e1s relevantes en lo relativo a las buenas pr%u00e1cticas que se han de tener en cuenta para abordar con garant%u00edas de %u00e9xito la prevenci%u00f3n en el consumo de drogas. Se trata por lo tanto de atender a las peculiaridades de la etapa evolutiva, de fomentar pr%u00e1cticas de crianza eficaces en el hogar que protejan la salud conductual de los menores, detectar las implicaciones en grupos de riesgo y sobre todo velar porque el tiempo libre y de ocio no suponga la implicaci%u00f3n en conductas de riesgo. Beco%u00f1a Iglesias (2023) indica que entre las buenas pr%u00e1cticas en prevenci%u00f3n encontramos la prevenci%u00f3n en el %u00e1mbito escolar, la prevenci%u00f3n en el %u00e1mbito familiar, la prevenci%u00f3n comunitaria, la prevenci%u00f3n en el ocio y en la vida recreativa y la prevenci%u00f3n de las adiciones comportamentales o de conductas realizadas en exceso. Igualmente es de inter%u00e9s remarcar la labor interdisciplinar en la prevenci%u00f3n de conductas de riesgo en la promoci%u00f3n de ambientes escolares m%u00e1s seguros y saludables. Promover programas que busquen mejorar la gesti%u00f3n emocional entre escolares y las relaciones interpersonales con el fin de prevenir conductas de riesgo. Siendo imprescindible la detecci%u00f3n precoz de estas situaciones y del abordaje integral de estos aspectos.27
                                
   21   22   23   24   25   26   27   28   29   30   31